Rafael Mies

El equipo detrás del Presidente

Por: Rafael Mies | Publicado: Jueves 26 de septiembre de 2013 a las 05:00 hrs.
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Afirmar que liderazgo y trabajo en equipo son dos caras de una misma moneda, no es para nada novedoso en estos días. Todos los que han tenido responsabilidades de movilizar personas saben que un buen líder con un mal equipo resulta incapaz, a pesar de todas sus fortalezas, de acometer tareas complejas donde la delegación es esencial. También es bastante evidente que un buen equipo pero con un mal líder se hunde ante las decisiones erráticas y la falta de norte del que tienen como guía.

En definitiva es más que sabido que liderazgo y trabajo en equipo son dos conceptos que podemos distinguir pero nunca separar.

Si esto es así para las empresas o desafíos de mediana amplitud, imagínese cuan cierto será para el éxito de ese proyecto que se llama “Gobierno de Chile para los próximos 4 años”.

Lo curioso es que al hacer un análisis de la campaña presidencial que hoy presenciamos, parece más bien que estamos situados en modelos de liderazgos profundamente antiguos, basados esencialmente en las cualidades personales del líder y donde los equipos no sólo no se muestran sino además se esconden para evitar ampliar el debate a la calidad de los mismos.

Es como si el éxito del gobierno estuviera asegurado sólo por el que gane la elección presidencial, incluso “a pesar del equipo que en el futuro lo acompañe”.

Esto no es así. Tanto en la literatura actual como en la práctica de las organizaciones que han tenido éxitos sostenidos los equipos de trabajo son determinantes en los buenos resultados obtenidos. Y esto es así por al menos tres razones:
En primer lugar, el principal riesgo de un líder exitoso es la cantidad de puntos ciegos que él tiene derivado de su propio oficio de liderar. El equipo que lo acompaña por lo general ve y sabe cosas que difícilmente llegará a la vista o a los oídos del líder. Si éste carece de un contrapunto, es muy probable que cometa errores absolutamente previsibles y no pueda cumplir eficazmente su tarea.

Por otra parte, es el equipo y no el líder el que está llamado a la implementación de las tareas. Un equipo de segunda, se rodeará de gente de tercera y por buenas que sean las estrategias o planes del líder, lo más probables es que estos sucumban ante la propia ineficiencia de su equipo.

Por último, el líder es ante todo un ser humano y como tal enfrente dudas e incertidumbres y muchas veces se encuentra confundido y desorientado; por lo tanto, necesitado de contención y oído. Si en el momento de la dificultad el que dirige no tiene el apoyo humano requerido, su vulnerabilidad crecerá a tasas geométricas y las posibilidades de que cometa errores lo harán en la misma proporción.

Detrás de muchos fracasos hay gente cercana que o no aconsejó o aconsejó mal.

Por ello, conocer a quienes estarán cerca del futuro presidente, el talante individual de cada miembro del equipo y la capacidad que ellos tengan de acompañarlo y complementar sus decisiones, es hoy casi más importante que quién será la persona que vista la banda presidencial.

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